La sociedad civil, representada por los pueblos tradicionales de la Amazonia y jóvenes activistas climáticos, promovió una ola de indignación durante el acto que precedió a la Cumbre Amazónica.
Del 4 al 6 de agosto, Belém (PA) acogió los “Diálogos Amazónicos”, un evento que recibió a más de 27.000 personas distribuidas en más de 400 actividades, en el Centro de Convenciones Hangar de la ciudad. El Instituto Internacional ARAYARA, organización brasileña con 30 años de experiencia, promovió una marcha y cuatro eventos que trataron temas relacionados con la protección de los defensores del bioma (Acuerdo de Escazú), las consecuencias del cambio climático en las regiones costeras y los avances de los combustibles fósiles en la Amazonia, en tierra y mar, incluso por métodos no convencionales como el Fracking.
Manifestantes durante la Marcha contra el Petróleo en la Amazonía Diálogos (Foto: Renata Sembay – ARAYARA.ORG)
Al grito de “Pescado es con açaí y no con Petróleo, no a la explotación en mi territorio”, una movilización denominada “Marcha Amazônia Livre de Petróleo #SalveaCostaAmazônica, Di No al Petróleo” marcó el último día del encuentro. Entre los que presenciaron el acto, además de todo el público que pasó por los espacios, estuvieron el Gobernador de Pará, Helder Barbalho, y la prensa, que días antes se hizo eco de los discursos del Presidente Lula sobre la posibilidad de exploración de la Margen Ecuatorial brasileña.
La marcha fue un importante momento de oposición debido a la contradicción de narrativas y promesas de avance económico con sostenibilidad propuestas por políticos y empresas sobre la región, llevando el mensaje de Belém al mundo y propiciando discursos en las ruedas de prensa concedidas por los Ministros de Medio Ambiente. El telón de fondo es la discusión latente sobre la nueva frontera codiciada por el sector petrolero, la Costa Amazónica, foco de atención de los medios de comunicación mundiales y también de la campaña lanzada en la ocasión, titulada “Salvemos la Costa Amazónica”.
Como se advirtió durante los diálogos, una de las mayores amenazas para la preservación de la Amazonia es el avance de las prospecciones de petróleo y gas. Aun sabiendo que, según el IPCC, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 43% para 2030, la Cumbre sobre la Amazonia fracasa en su documento final publicado el 9 de agosto. Los países ignoraron muchas voces de los Diálogos Amazónicos y no lograron ponerse de acuerdo sobre cuestiones clave, incluido el problema que encabeza la lista mundial del empeoramiento de la crisis climática: los combustibles fósiles.
En lugar de continuar con la escalada de producción y suministro de bloques de petróleo y gas, Brasil debería seguir los pasos de Petro, el presidente colombiano que habló de negacionismo climático durante la Cumbre. Es necesario promover la desaceleración de estas emisiones en una transición justa y planificada, potenciando las energías renovables con participación social y nuevas tecnologías. Un proceso que requiere fuerza política y debe ir más allá de falacias y promesas.