El petróleo estadounidense West Texas Intermediate (WTI) para entrega en mayo sufrió el lunes una caída tan estrepitosa que pasó de cotizarse a US$18 por barril al inicio del día a un precio negativo de US$ -35,22 al cierre de dicha jornada, volviendo a cotizar en positivo este martes para los contratos futuros de entrega en junio, el nuevo mes de referencia.
Lo sucedido el lunes supuso que, por primera vez en la historia, este crudo estadounidense de referencia para los mercados se cotizó a un valor negativo, generando gran conmoción en el mercado energético.
El desplome refleja las dificultades que ha estado experimentando el negocio petrolero mundial debido al exceso de producción y al frenazo de la demanda como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
La sacudida en Estados Unidos también afectó el precio del crudo Brent, de referencia en Europa y en el resto del mundo, cuyo valor a futuro para entrega en junio disminuyó este lunes un 8,90% hasta los US$25,58.
Además de las condiciones adversas del negocio petrolero mundial, la caída del WTI registrada el lunes tiene fuerte relación con algunos aspectos concretos de los mercados a futuro de crudo en Estados Unidos.
¿Cómo afectará a los países de América Latina?
La caída de los precios del petróleo suele ser una noticia bien recibida en los países consumidores y un motivo de preocupación para los productores.
En el caso de América Latina, Toro Hardy señala que el país más golpeado será Venezuela, aunque también impactará en Colombia, México y Brasil.
Destaca que Venezuela se encuentra duramente afectada en los dos elementos que determinan su ingreso petrolero. “Si la producción ha caído como lo ha hecho en los últimos tiempos y el precio también, la situación se hace inmanejable”, apunta.
Guillermo Olmo, corresponsal de BBC Mundo en Venezuela, subraya que a estos factores se suma el efecto de las sanciones de Estados Unidos sobre la actividad petrolera venezolana.
“Para convencer a potenciales compradores temerosos de ser sancionados, la petrolera estatal venezolana, PDVSA se está viendo obligada a ofrecer enormes descuentos y fuentes del sector aseguran que su barril de crudo pesado se vende ya a no más de US$6. Puede que ni siquiera esos descuentos sean incentivo suficiente en el contexto actual, con un mercado saturado de crudo barato”, afirma.
Tras el desplome en EE.UU. de su principal referencia, la mezcla mexicana siguió sus pasos y cayó en picado desde los US$14,35 por barril del viernes hasta un estrepitoso US$-2,37 marcado este lunes.
Está por ver cuál es su impacto real sobre la economía de México, dado que la actividad petrolera ha ido perdiendo relevancia en el país hasta no suponer en la actualidad más del 4% de su Producto Interior Bruto, la mitad que hace una década.
Además, el país contrató una cobertura petrolera para este año que cubre un precio de US$49 por barril a fin de protegerse ante la evidente fluctuación de precios y garantizar sus ingresos.
En lo que posiblemente sí afectará es en la estrategia económica del actual gobierno mexicano, que hasta ahora se ha mantenido firme al fijar la extracción de petróleo como una de sus principales banderas.
Así, desde el inicio de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó claro que rescatar a la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) de su peor crisis de producción en décadas era una de sus grandes prioridades.
Hace poco más de una semana, incluso presumió de haber logrado que México no redujera la producción de petróleo en la medida que el resto de países de la OPEP+ le exigían para contribuir a la recuperación del precio global del crudo.
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Su negativa a disminuir la producción mexicana en más barriles pese al escenario general de hundimiento de precios fue entonces duramente criticada por expertos, así como por seguir adelante con la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, uno de sus proyectos estrella.
En cuanto a Colombia, este país destinó grandes esfuerzos durante la última a aumentar su producción petrolera hasta convertirse en un importante exportador en la región.
“Ahora esto le empieza a pesar al país, porque la mitad de sus ingresos en divisas provienen del petróleo. Durante el último mes el peso colombiano ha perdido 15% de su valor, lo que se puede traducir en inflación, déficit comercial y fiscal y, como ya anticiparon órganos especializados, una recesión”, afirma Daniel Pardo, corresponsal de BBC Mundo en Bogotá.
Explica que históricamente la economía colombiana ha sido una de las más estables de la región. Pero la crisis del coronavirus puede acabar con esa tradición.
Indica que inicialmente, los productores de petróleo colombianos habían reducido las exportaciones y estaban acumulando inventario para cuando los precios aumentaran pero, al parecer, no hay suficiente espacio para almacenar el crudo por lo que la producción tendrá que bajar aún más y pozos y campos petroleros pueden cerrar.
“Para un país con un 25% de pobreza y un 50% del empleo informal, que además viene de recibir a 2 millones de migrantes venezolanos, esta caída del petróleo significa un duro golpe”, apunta.
Brasil, por su parte, que justo en 2019 rompió su récord de producción al extraer más de 1.000 millones de barriles durante ese lapso, ya había anunciado a inicios de abril un recorte de producción de 200.000 barriles diarios para hacer frente a la caída de la demanda.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Ecuador, otro de los productores de crudo de la región, informó que valora la posibilidad de aprovechar la caída de los precios para eliminar los subsidios al combustible que le cuestan al gobierno mucho dinero cada año.
El gobierno del presidente Lenín Moreno intentó eliminar el año pasado estos subsidios, lo que desató una fuerte ola de protestas que le obligó a retroceder en su decisión.
Sin embargo, este lunes el ministro de Energía, René Ortiz, destacó que la caída de los precios del crudo planteaba una buena oportunidad para abandonar esos subsidios pues el precio de mercado del combustible es tan económico como el precio subsidiado.
Indicó que, en el caso de adoptar esa decisión, se tomaría la previsión de establecer un mecanismo para compensar a los más pobres en la eventualidad de que el precio internacional del combustible vuelva a subir.